De volcán a cauce: cómo transformar la explosividad en poder creador
- Janeth Arenas

- 2 sept
- 3 Min. de lectura
La Mujer Raíz y la fuerza contenida
La Mujer Raíz es esa cuidadora que ha sostenido generaciones con sus manos, su espalda y su corazón. Vive con la memoria de los sacrificios femeninos heredados, y muchas veces su energía se convierte en una olla de presión: rabietas, estallidos y explosividad que surgen no porque sea “débil” o “difícil”, sino porque dentro de ella habita una fuerza inmensa que no ha encontrado un cauce justo y amoroso.

La fuerza femenina más allá de la rabieta
Lo que solemos llamar “explosividad” en la mujer es, en realidad, la voz de su fuerza instintiva reclamando espacio. No es descontrol, es un rugido interno que se rebela contra la injusticia de haber callado demasiado tiempo.
Esta energía mal encauzada puede convertirse en pensamientos limitantes:
“Soy demasiado intensa”
“No me controlé, estoy mal”
“Mi carácter me hace perder valor”
Cuando en realidad, la raíz emocional de una rabieta es un no escuchado. Es la necesidad de poner límites, de reconocer el propio deseo y de reconstituir la dignidad de la mujer que se sabe valiosa.
Protocolo simbólico de transformación
Te propongo un ejercicio para acompañar este fuego interno y darle dirección:
Reconoce el volcán: cada vez que sientas la rabieta, en lugar de juzgarte, escribe en un papel qué fue lo que la desató. Pregunta: ¿qué parte de mí se sintió ignorada o violentada?
Respira con el corazón: coloca tus manos sobre el pecho, cierra los ojos y haz tres respiraciones profundas, como si inflaras el corazón. Imagina que estás domando esa energía, no para apagarla, sino para suavizar su rugido.
Raíz y poder: busca un objeto que simbolice tu fuerza (puede ser una piedra, una flor seca, un collar). Sosténlo mientras repites en voz baja: “Mi fuerza me pertenece, la encauzo en amor y verdad”.
Acción consciente: transforma la energía en movimiento físico: camina descalza sobre la tierra, golpea suavemente un cojín o baila con música intensa hasta que sientas que tu cuerpo se vacía.
Enfermedades o síntomas asociados a la explosividad contenida en la mujer
Garganta y tiroides
Simbolizan la expresión de la voz.
La rabieta reprimida o el enojo no dicho puede traducirse en nódulos, hipotiroidismo o problemas recurrentes de garganta.
Estómago e intestinos
Representan la capacidad de “digerir” la vida.
La ira acumulada genera gastritis, colitis, intestino irritable.
Hígado y vesícula biliar
Asociados directamente a la rabia, frustración y resentimiento.
El hígado sobrecargado refleja enojo reprimido; los cálculos biliares simbolizan “piedras de rabia no expresada”.
Sistema cardiovascular
El corazón y la presión arterial se alteran con explosividad crónica.
Hipertensión, taquicardias o infartos se asocian al fuego emocional no regulado.
Piel
Es el límite con el mundo.
Erupciones, dermatitis o urticarias pueden surgir cuando la explosividad se queda “a flor de piel”, como un grito que busca salir.
Útero y aparato reproductor
Como símbolo de la raíz femenina.
Miomas, quistes o endometriosis pueden leerse como manifestaciones de ira ancestral, de heridas no dichas, de la fuerza femenina que fue callada.
La explosividad no es un defecto: es la puerta simbólica hacia la verdadera fuerza femenina. La Mujer Raíz, al aprender a escuchar el mensaje oculto de sus rabietas, deja de pelear consigo misma y empieza a cultivar una fuerza amorosa, firme y creadora.
Cuando en lugar de callarnos o culparnos, canalizamos la energía en gestos simbólicos y conscientes, nos reconciliamos con nuestra propia raíz, honramos a nuestras ancestras y abrimos el camino hacia una vida más digna y plena.
En el Círculo Mujer Raíz caminamos juntas este proceso: exploramos las emociones que arden en el cuerpo, las raíces ancestrales de nuestra fuerza y los símbolos que nos guían hacia la calma y la libertad interior.
✨ Si sientes que tu rabia quiere hablar a través de tu cuerpo, este es tu lugar.Te invito a unirte a Mujer Raíz, un espacio seguro donde la explosividad se convierte en sabiduría, la herida en fuerza, y la voz en medicina.
Janeth Arenas




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