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Del Humanismo a la Individuación

Reseña Crítica

"Desarrollo humano y cultura: una visión humanista de la diversidad"

de María Elena Figueroa Díaz

Por Lourdes Janeth Arenas Guzmán


Del Humanismo a la Individuación: Explorando la Autorrealización en un Contexto Cultural


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El enfoque humanista es una corriente filosófica que se centra en el valor y la dignidad de las personas, así como en su capacidad de crecimiento personal y autorrealización. En su artículo “Desarrollo humano y cultura: una visión humanista de la diversidad”, María Elena Figueroa Díaz enfatiza la necesidad de adoptar este enfoque para reconocer y respetar la diversidad cultural, siendo autocríticos, aprender de los otros sistemáticamente, y no casarse con creencias o prejuicios, ya que en todo proceso no puede haber imposiciones desde fuera, sino que el desarrollo debe ser de alguna manera endógeno y autogestivo.

Figueroa Díaz argumenta que el desarrollo humano no puede ser entendido sin considerar su contexto cultural. La autora señala que existe una tendencia en las ciencias sociales a privilegiar enfoques racionales y estratégicos, lo que puede llevar a una “ausencia de poder” en la comprensión de lo simbólico e imaginario dentro de las culturas. Este enfoque limitado ignora las dimensiones emocionales y psicoafectivas que son fundamentales para el desarrollo individual.

La autora reivindica al ser humano como “experto de sí mismo”, sugiriendo que cada individuo posee un conocimiento intrínseco sobre sus capacidades y necesidades. Además, enfatiza la dignidad y el respeto inherentes a cada persona, proponiendo un fundamento filosófico sólido para fomentar la diversidad cultural. Figueroa Díaz concluye que es esencial centrarse en las relaciones culturales y en el proceso de construcción conjunta de significados, más que en los productos finales del desarrollo.

La propuesta de Figueroa Díaz es valiosa y necesaria en un mundo donde los enfoques racionales-economistas predominan en el ámbito del desarrollo humano. Su llamado a ser autocríticos y a aprender sistemáticamente de otros resuena profundamente con las necesidades actuales de una amplia diversidad social, lo simbólico e imaginario, se vuelven elementos esenciales para comprender verdaderamente a las personas dentro de sus contextos culturales.

¿Quién determina nuestra capacidad de crecimiento y autorrealización? Las expectativas sociales a menudo imponen estándares que definen lo que significa alcanzar la autorrealización. Este enfoque humanista se refleja en la educación actual, donde se valora el compromiso personal del estudiante, la autoevaluación y el trabajo en equipo. Sin embargo, surge una pregunta fundamental: ¿cómo pueden existir estos conceptos sin un conocimiento profundo de uno mismo como individuo?

Como menciona Figueroa Díaz: “El desarrollo debe ser endógeno y autogestivo”. Aunque es crucial considerar el contexto cultural en el que nos desarrollamos, este no debería ser una imposición ni un criterio para determinar nuestro crecimiento personal. El contexto cultural está repleto de creencias y prejuicios que provienen de la familia, amigos y la sociedad en general. Estos elementos —prejuicios, normas, tabúes y modas— influyen en nuestra realidad y limitan nuestro crecimiento.

Deberíamos ser entidades libres y responsables de nuestras decisiones, capaces de elegir voluntariamente someterse a la disciplina de un grupo para construir una identidad compartida. Si las normas dictan lo que debemos hacer, los tabúes establecen lo que no debemos hacer; estas prohibiciones son convenciones sociales que buscan preservar la coherencia del grupo más allá de sus miembros. La amenaza aquí es la pérdida de nuestra identidad funcional como "expertos de

nosotros mismos". Si no sabemos quiénes somos, aceptamos cualquier definición impuesta por otros.

Realizar un estudio para demostrar cualquiera de estos puntos requeriría reconocer la presencia del prejuicio. No se trata solo de humanismo; es un tema de individuación, un proceso descrito por C. Jung como el camino hacia el autoconocimiento pleno.

En cuanto al fundamento sólido que propone Figueroa para fomentar la diversidad cultural, considero que el simbolismo y la percepción de la realidad son términos más adecuados que utilizar la palabra "imaginario". Tener en cuenta el simbolismo social nos proporciona las herramientas necesarias para comprender históricamente el mundo en el que vivimos. Sin embargo, estamos condicionados por experiencias externas desde nuestros primeros años (ancestros, familia, amigos, maestros, medios). La cultura debería permitir la libertad individual en lugar de imponer un enfoque humanista restrictivo bajo la percepción de alguien más.

De acuerdo con UCDM (1988) la percepción es la elección de lo que se quiere ser, el mundo en el que se quiere vivir y el estado mental en el que se cree que se estará contento y satisfecho. La percepción es un mecanismo individual que consiste en recibir, interpretar y comprender las señales que provienen del exterior. La percepción es fundamental en los procesos psicológicos, ya que la interpretación de los estímulos que percibe el organismo determina los procesos mentales más elaborados.

La dimensión cultural es esencial para nuestro crecimiento como seres con sentido, proyectos de vida y valores. Sin embargo, es fundamental reconocer que cada persona tiene pensamientos, emociones, percepciones y aspiraciones únicas que deben ser consideradas en cualquier proceso educativo o social.

La confianza plena en el ser humano radica en su capacidad para potenciar sus habilidades y convertirse en "experto" de sí mismo. ¿Cuál sería esta metodología para convertirse en este experto?

En conclusión, aunque el enfoque humanista ofrece valiosas perspectivas sobre el desarrollo humano y cultural, es crucial recordar que cada individuo debe tener la libertad y responsabilidad para definir su propio camino hacia la autorrealización e identificar sus parámetros de desarrollo personal. La verdadera esencia de ello radica en conocerse a uno mismo y liberarse de las imposiciones externas que limitan nuestra capacidad para disfrutar de la plenitud como seres humanos únicos e irrepetibles, nunca debemos perder nuestra individualidad dentro de dinámicas colectivas y mucho menos creer tajantemente en una realidad vivida por otras personas. Cada persona tiene procesos internos que deben ser explorados para lograr un desarrollo pleno con sentido y esto último no se nos enseña.


Referencias

Figueroa Dìaz, M.E. (2022). La aldea global: un lugar de inclusión o de privilegio. RECIAMUC, 6(2), 29-38. https://doi.org/10.26820/reciamuc/6.(2). mayo.2022.29-38

Youn, J. Y. (2015). ldea global: el multiculturalismo y la comunicación en las redes sociales.

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